Una investigación realizada por la Universidad del Rosario y el Banco de la República busca entender los mecanismos que influyen en los mercados de tierras rurales, para conocer las posibles consecuencias de las herencias sobre la eficiencia, la productividad agrícola y la informalidad.

Las herencias son un tipo de transacción no comercial que tienen gran influencia en la cantidad de predios rurales informales que hay en el país y, además, tienen un papel fundamental en el uso productivo de la tierra. La Agencia Nacional de Tierras (ANT) afirma en el documento ‘Asistencia técnica y jurídica para la formalización de la pequeña propiedad privada rural a nivel nacional’, que “casi la mitad de los predios rurales inscritos en el catastro no tiene títulos ciertos, lo que significa que aproximadamente 1.7 millones de predios rurales son tenidos bajo modalidades precarias como: posesiones de predios ajenos, herencias no repartidas legalmente, ocupación de baldíos, escrituras o títulos no registrados, entre otros”.

Según el investigador de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, Cesar Mantilla, “la imposibilidad de registrar los derechos de propiedad sobre parcelas cada vez más pequeñas genera un problema de informalidad en la tenencia de tierras. Nuestra investigación permite entender los mecanismos fuera del mercado que acentúan este problema. En particular, cómo las preferencias por asignaciones igualitarias de tierra terminan definiendo estas particiones de los predios”.

Un juego para conocer cómo se asignan tierras rurales heredadas

El experimento realizado se basó en un juego diseñado como un ambiente de toma de decisiones, con el fin de explorar cómo los agricultores asignan la tierra heredada y evaluar la eficiencia de estas asignaciones, es decir, si estas divisiones se realizan teniendo en cuenta quién le dará un uso más productivo o si hay otras razones de mayor peso a la hora de repartir una finca heredada.

El juego se realizó con 128 parejas de participantes rurales de ocho municipios y 60 parejas de estudiantes de pregrado. Durante el juego, cada pareja tuvo que negociar cómo dividir una finca de 9 parcelas, al azar se asignó a uno de los participantes como el más productivo, así se observó si a la hora de repartir la tierra tenía mayor importancia una división en partes iguales o si se tenía en cuenta quién le daría un uso productivo a la misma, es decir, una división eficiente.

El investigador Cesar Mantilla explica que “para entender las preferencias de las personas, en un experimento se suelen introducir variaciones aleatorias que permitan entender mejor los mecanismos del comportamiento humano”. Por esta razón, en el juego introdujeron dos variaciones, en unos casos los jugadores podían repartirse la finca sin restricciones, en otros, alguno de los dos debía quedarse con la finca completa o perdían una de las parcelas.

Este experimento está explicado a profundidad en el artículo académico ‘Land division: A lab-in-the-field bargaining experiment’, escrito por Cesar Mantilla y Margarita Gafaro, quien hace parte del Centro de Economía Agrícola y Recursos Naturales del Banco de la República.

Igualdad sobre eficiencia, resultados del experimento

En la variación sin restricciones, el 75% de las asignaciones que se dieron fueron igualitarias, es decir, entre los jugadores se repartieron la finca de manera que uno quedó con 5 parcelas y el otro con 4, buscando una igualdad en la división. Y en la variación restringida, como no se podía llegar a una división igualitaria, los jugadores aceptaron asignaciones de tierra completamente desiguales, por lo tanto uno se quedó con toda la finca a cambio de plata del juego.

“Nosotros habríamos esperado asignaciones de tierra más desiguales para ser más eficientes, porque al final, las fichas del juego debieron haber funcionado para que el jugador que no se quedara con tanta tierra quedara satisfecho, y lo que se evidenció es que ni un modelo cooperativo, donde los dos entienden que se tienen que dividir las ganancias conjuntas; ni un modelo no cooperativo, donde el que tiene todo el poder de negociación intenta aprovecharlo; predicen bien los resultados que observamos”.

Heurística de la igualdad

Estos resultados reflejan que la sociedad tiene una heurística de la justicia muy marcada, en la que se prefiere dividir las cosas en partes iguales así no sea la opción más eficiente. El investigador Mantilla explica que “una decisión heurística es algo que ocurre como un atajo mental, una heurística que tenemos en las sociedades occidentales que funcionamos a través de mercados, es que las cosas se dividen en igualdad, es decir, si tengo 3 personas y tengo 6 pedazos de pizza, a cada una le corresponden 2 pedazos de pizza”.

En esa división no se toman en cuenta otros elementos que pueden estar involucrados, como que a una de las personas no le guste la pizza o que otra tenga más hambre que las demás, y usualmente prevalece una división donde hay igualdad sobre la eficiencia. En el caso de la tierra, al prevalecer la igualdad sobre la eficiencia, no se tiene en cuenta quién le dará un uso más productivo, y se generan divisiones cada vez más pequeñas que influyen en el aumento de la informalidad de tierras al no poder registrar las parcelas por su tamaño.

Un círculo vicioso

A partir de estos resultados se comprende que esta situación genera un círculo vicioso, “porque al haber menos transacciones de mercado es más difícil saber el valor real de la tierra, y como no se sabe el valor real de la tierra, entonces, en vez de intentar hacer cambios a través del mercado, se prefiere buscar otros mecanismos de asignación que no impliquen dinero, como pasarle la finca a los descendientes”. Además, el experimento demostró que “hay una propensión muy fuerte a valorar la tierra por encima de su valor productivo, quizá tiene un valor mucho más profundo en términos culturales y eso es lo que hace que a veces los mercados de tierras no puedan funcionar bien.” expresa Mantilla.

Esta investigación hace parte del proyecto ‘La mente del agente económico informal: preferencias, habilidades y normas sociales’, el cual está inmerso dentro de un macroproyecto llamado ‘Inclusión productiva y social: programas y políticas para la promoción de una economía formal – Alianza EFI’, financiado por el programa gubernamental ‘Colombia Científica’.


Sobre Alianza EFI

Este artículo hace parte del equipo de comunicación y divulgación científica del proyecto ‘Inclusión productiva y social: programas y políticas para la promoción de una economía formal – Alianza EFI’, el cual busca diagnosticar, examinar e intervenir factores y barreras que afectan la inclusión social y productiva de los agentes económicos.

Las instituciones y organizaciones que hacen parte de la Alianza EFI son: Universidad del Rosario, Universidad de Antioquia, Universidad del Valle, Universidad del Quindío, Universidad Autónoma Latinoamericana, Corporación Universitaria Minuto de Dios UNIMINUTO, Universidad de Ibagué, University of Oxford, Universitá Degli Studi Di Milano-Bicocca, Paris School of Economics, University of Pennsylvania, University of Illinois at Chicago, Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, Asocajas, Asobancaria, Camacol, Fundación Avina, Fundación Capital y la Asociación de Mujeres Afrodescendientes del Norte del Cauca ASOM.

Para conocer más sobre la Alianza EFI visíte la página web: www.alianzaefi.com